Leer y escribir para aprender:
Textos que reflejan el trabajo de un aula donde se lee para aprender y se escribe para mostrar lo aprendido.

lunes, 25 de mayo de 2015

Escribir como lector: el punto de vista



El extraño caso de Armando Gonzales
Por Nicolás Rinaldi

Martes de Agosto de 1954
El extraño caso de Armando Gonzales

Testamento del Sr. Gonzales

Había sido una noche normal. O por lo menos hasta que ese tal Raúl Montes apareció. Tenía una apariencia robusta y preocupada; un hombre alto de unos cuarenta y pico de años vagando por las calles de ese pueblucho.
 –Buenas noches- me dijo.
 –Buenas noches- contesté. – Frío ¿eh?- continué.
 Pero algo lo inquietaba. Parecía confundido. Comparaba su reloj con el de la pared.
 – ¿Ese reloj funciona bien?- preguntó.
 –Sí- contesté. –Tendrá una diferencia de unos cinco minutos- le dije.
 En ese momento note en su rostro una apariencia de horror.
 – ¿Le sucede algo?- le pregunté. Al hacerlo, aquél hombre con el cual estaba hablando quedó paralizado.
 - ¿Se encuentra bien?- exclamé un poco asustado.
 –Es… es… es imp… imposible- tartamudeó.
 - ¿Qué es imposible?- dije preocupado.
De repente, el hombre cayó desmayado en el suelo, pálido como la nieve. Asustado, como pude, traté de levantarlo, pero no lo logré. Unos segundos después, se levantó del suelo como por arte de magia. Traté de ayudarlo, pero cuando observé su rostro de cerca, casi se me para el corazón. Sus ojos estaban blancos; parecía que el diablo se había apoderado de él. Tratando de escapar, corrí hacia la salida, pero la puerta se había trabado. De repente, Raúl Montes, o quien quiera que fuera, empezó a recitar unas palabras.
 –Tú… tú eres el responsable de esto. Mi esposa y sus padres no merecían morir, pero como estúpido que eres, conducías alcoholizado y nos mataste a todos-
Yo caí al suelo traumatizado. <<No puede ser>> pensé, <<Es imposible, los muertos no reviven>>.
 –Y ahora debes pagar tus deudas- dijo. –En una semana morirás, lenta y dolorosamente-.
-Después de eso solo recuerdo que estaba aquí, en el hospital-.
 –Bien, muchas gracias señor Gonzales-.
 –De nada, Dr. Fernández, no hay de qué-
  Al día siguiente, Armando Gonzales fue enviado al manicomio, y como prometido estaba, a los cinco días fue asesinado. Nadie sabe cómo, nadie sabe por qué, pero lo único que sabemos es que los espíritus están con nosotros.
Rodolfo Barros


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Aquel hombre misterioso
Por: Juan Cruz Ripeau

     Una noche fría y desolada de agosto, como tantas otras, estaba trabajando en el bar, cuando de repente entró un hombre lleno de barro, sucio y mal oliente. Parecía aterrado, casi no podía hablar, su mirada quedo fijada en el reloj y mientras yo le hablaba él miraba atónito las agujas del reloj, con cara de sorpresa. De repente me preguntó si el reloj funcionaba bien. Cuando le contesté que sí, sus ojos se abrieron y empezó a temblar, casi podía escuchar el latido del corazón de lo acelerado que estaba. Aún con desconfianza volvió a preguntarme sobre la veracidad del reloj. Al notarlo tan alterado le pregunté en qué lo podía ayudar y si le había pasado algo. Me miraba con cara de desencajado como si no entendiera lo que le preguntaba. Volví a hacerle las mismas preguntas y empezó a balbucear:
-Fantasma, fantasmas, auto, boda, desaparecieron.
    Al escucharlo me di cuenta de que se trataba de los fantasmas del bosque. Quise tranquilizarlo contándole que ellos aparecían todos los agostos desde 1924, cuando los ocupantes del auto tuvieron un accidente yendo a la iglesia. Al escuchar mi explicación logró tranquilizarse un poco y comenzó a hacerme preguntas, como por ejemplo si yo los había visto. Le respondí que eran mis padres, acompañando a mis tíos a la iglesia en el día de su boda. Nunca se supo bien qué fue lo que ocurrió, solo hubo testigos de que mis tíos y mis padres partieron en el auto rumbo a la iglesia por el tenebroso camino. Uno de ellos fui yo, que en ese entonces tenía 10 años, y partí a la iglesia media hora más tarde con mis abuelos en otro auto. En el camino encontramos el auto de los novios chocado contra un auto, vacío, sin ningún rastro de los cuerpos. Nunca se supo qué ocurrió con ellos cuatro. Luego de mi relato, el hombre me pidió si se podía alojar en una habitación, para no volver al bosque de noche. Le ofrecí una habitación al lado de la mía para que se sintiera seguro. A la mañana siguiente cuando le fui a ofrecer el desayuno, él ya no estaba allí. Nunca supe nada más acerca de ese hombre.


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Las Campanas

Por Facundo Totaro

Era una noche fría de agosto, en 1954, si mal no recuerdo. Estaba trabajando en el bar del pueblo y entró un hombre muy asustado. Me pareció extraño porque llevaba reloj pero preguntó la hora. Parecía muy sorprendido. Luego pidió un trago y nos pusimos a conversar. 
-¿Está bien, señor? ¿Le sucedió algo?- le pregunté 
-Tuve una experiencia muy extraña- me respondió tartamudo.
-Cuénteme, ¿qué le pasó?- 
 -Bueno, venía caminando hacía bastante tiempo porque se me había hecho tarde y el próximo ómnibus venía mañana- continuó- Entonces, al cabo de un rato me encuentro con unas personas que me pidieron ayuda para empujar su coche. En ese momento sonaron las campanas que marcaban las doce. Muy descortésmente se subieron al automóvil y me dejaron empujando solo. Cuando empiezo a empujar ellos desaparecen y el coche se convierte en chatarra.
-Sí, están pasando cosas muy raras últimamente-
-¿Cómo qué?- preguntó
-Bueno, hace un tiempo una pareja murió el día de su boda en un accidente de auto y hay veces que viene gente jurando haber visto fantasmas.
Le vi la cara y tenía una expresión de terror en ella. Pagó y huyó del lugar. 

Quince minutos más tarde, entró en el bar una pareja. Tenía la vestimenta de personas que se iban a casar. Escuche las campanas que marcaban las doce…