Leer y escribir para aprender:
Textos que reflejan el trabajo de un aula donde se lee para aprender y se escribe para mostrar lo aprendido.

martes, 26 de mayo de 2015

Escribir como lector: el punto de vista.




El automóvil
Por Valentín Palavecino

        Estar en este bar, me enseñó que no todo tiene lógica, que no sabemos con quién hablamos y que no sabemos todo. Pero de algo yo estoy seguro: ellos existen, y van a imponer muerte hasta que alguien diga “no”, lástima que este hombre también cayó...
El ultimo día de mi vida, a la noche, un hombre entró a mi bar:
-Buenas noches.
-Buenas noches señor, ¿frío, eh?
No respondió, solo se quedó mirando el reloj que colgaba de una pared, como buscando una respuesta a una pregunta, esa respuesta era las once.
- ¿Anda bien ese reloj?-preguntó
- Sí señor, habrá alguna diferencia de cinco minutos pero nada más.
-Ah- respondió, parecía estar confundido-¿me da un café?
-Sí, está bien. Y algo para acompañar… ¿una ginebra?
-Sí, por favor.
-¿Copal o María Santa?
-Copal.
-Bien, sale una ginebra y un café.
-Gracias.
  Este hombre tenía una cara serena, pero parecía que debajo de esa careta escondía algo, algo que trataba de olvidar. Así que con duda le pregunté:
-¿Cómo se llama usted?
- Yo…Raúl Montes-dijo
Ese nombre me hizo acordar a alguien:
-Montes…Montes…  ¡Ah, sí! Esteban Montes-añadí.
-Esteban Montes… ah, mirá, ese es el nombre de mi viejo. ¿Usted sabe cómo es?
-Eh, pelo corto y oscuro, medio flaco y alto, tiene orzuelos en las mejillas y ojos un poco saltones.
-Es parecido a mi papá.
-Ah, mire usted-le dije mientras estaba le estaba sirviendo la ginebra y el café. Se estaba poniendo nervioso; se tomó un trago de ginebra apenas se lo serví, como tratando de calmarse. Él susurró:
-Este día se está poniendo cada vez más raro.
-¿Por qué?-pregunté.
- Cómo explicarlo. Venía caminando por la ruta cuando vi al costado de esta el auto de una pareja que parecía que se iba a casar y lo que parecía ser unos parientes de ellos, tal vez los padres de los novios. Me preguntaron si les podía dar una mano y acepté, pero de repente todos se subieron y me dejaron a mí para que empuje el auto solo. Empujé el auto unos metros hasta que me di cuenta de algo: el auto había cambiado en algunos detalles, en especial la matrícula, parecía de otro año. Pero esto no era todo, cuando me fijé adentro del auto me puse pálido, no había nadie. Empecé  a correr como un demonio hasta llegar a acá. Y bueno ahora estoy acá.
- ¡Ay, dios mío!-exclamé.-Una pareja que iba para su casamiento terminó muerta a causa de una falla en el motor, la gente dice que alguien lo hizo a propósito.
Le mostré un diario con la foto del auto  y el artículo donde hablaba sobre el accidente. Estaba pálido, temblaba un montón pero no se fijó en eso, se fijó en la fecha. Tartamudeando dijo:
-Esto no puede ser. ¡Acá dice 1934! ¡No estamos en esa fecha!
-Hombre, claro que estamos en esta fecha, este es el año 1934.Usted está medio mal.
-¡No…!¡No! No es verdad…! No es verdad!¿Qué está pasando?
De repente noté que  su piel se resecaba y se pudría. Entre gritos y sollozos término volviéndose polvo.
-Otra víctima,-murmuré.-La maldición sigue en pie.
Tocaron las doce en la iglesia, y ahí estaban, mirándome con ojos ensangrentados. Eran ellos y venían a buscarme. Estaba paralizado, asustadísimo y pálido cuando noté que mi piel se estaba empezando a resecar.

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LEGADO DE UN ASESINO
Por Lucas Cáceres 

Era una noche común  como otras, hasta que lo vi entrar. Estaba sucio y pálido, parecía asustado como si hubiera visto algo perturbador. Después de entrar rápidamente tomó asiento y me llamó. Me preguntó si andaba bien el reloj, y le dije que sí. El reloj marcaba las 11:05. Después me pidió un vaso de ginebra, y dijo que quería olvidar. En un principio pensé que se estaba haciendo el dramático, pero luego me di cuenta de que lo decía muy en serio. Acto seguido le serví el vaso de ginebra y me alejé. Cuando terminó su bebida, dijo que algo veía tras de él, algo del pasado. Pero cuando  quise echarlo del bar pensando que él había  enloquecido, llegué a escucharlo decir algo sobre  una familia que aparentaba ir a un casamiento y que los vio desaparecer. Me di cuenta de que yo sabía qué le estaba pasando, y lo que le dije fue:
-Por esa carretera había  viajado una familia que iba al casamiento de una pareja amiga. Resulta que cuando estaban llegando, se les agota el combustible. Pero justo pasaba alguien caminando.  Al principio no habían advertido  de quién se trataba. Esta persona dijo que los iba a ayudar, pero cuando se dieron cuenta de quien se trataba, él disparo y los mató. Nunca se supo por qué lo hizo, pero aún no lo han atrapado,  y  todo aquel que pase por allí y vea lo que usted vio está destinado a morir.
Cuando le terminé de decir eso, él salió corriendo desesperado diciendo que desperdicio había sido su vida. Eso fue lo último que supe de él oficial, ¿me puedo ir?

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El Misterio del automóvil

Por Facundo Fernández Blanco

Ahí estaba yo, escuchando las agujas del reloj mientras acomodaba las sillas. Cuando entro un hombre pálido, mojado, embarrado, asustado y tembloroso que se hacía llamar Raúl Montes. Se sentó en la primera silla que vio y me acerque para darle la bienvenida:
-Buenas noches-dijo
-Buenas noches, frío ¿eh?-
En ese preciso momento fijó su mirada en el reloj de la pared y me preguntó:
-¿Anda bien ese reloj?-
-Sí, señor, por lo menos… Habrá quizás una diferencia de cinco minutos, pero nada más.
Luego de eso miró su reloj, me pidió un café con ginebra y cuando se lo llevé lo veía muy tembloroso, entonces le pregunté:
-¿Se encuentra bien?
-La verdad, me acaba de pasar una cosa muy extraña.
-¿Qué pasó?
-Venía caminando por la ruta cuando me crucé con una  pareja yendo para su boda y con los padres de la novia. Me pidieron ayuda porque su auto se había descompuesto y necesitaban empujarlo. Yo accedí. Cuando estaba dispuesto a empujar con la ayuda de los otros dos hombres, me di cuenta de que estos ocupaban su lugar en el vehículo. ¡Qué descortés!, pensé, pero aún así comencé a empujar. Luego de unos metros, miré hacia el interior del vehículo y no había nadie. Sus ocupantes habían desaparecido. En ese preciso instante vine corriendo hasta la ciudad en busca de un refugio y encontré este almacén.
-Hay una historia que creía que no era verdad hasta ahora. Esta decía que hace unos treinta años, por lo menos, una pareja y los padres de la novia estaban yendo a su casamiento y que se les descompuso el auto. Estaban esperando a que pasara alguien para ayudarlos pero no sabían quién iba a ser esa persona… Cuando al fin alguien estuvo dispuesto a ayudar, resulta que era un asesino que vio cosas de valor, en el auto, este los mató, y desde entonces se dice que sus espíritus se encuentran en ese lugar esperando a que alguien los ayude. Tú eres la séptima persona que viene a mi almacén en busca de refugio por lo mismo.
-Y, ¿qué les pasó a los otros seis?
-A la semana siguiente se encontraban frente a un psicólogo ya que todos creían que estaban locos.
Una semana después, como me lo imagine, Raúl Montes se encontraba en el psicólogo, junto con los otros seis…



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